En Anieves, muy próximo a Oviedo, se encuentra el Bar Camacho. Su mínima terraza sobre la acera es la antesala al bar y el restaurante, pasando por la cocina, sí, algunos clientes se sorprenden, pero otros ya están acostumbrados a entrar y ver guisar a Teresa Camacho, o fregar los cacharros.
En la zona del restaurante llama la atención su decoración: muebles antiguos, viejos cacharros y un piano… Pero esto no siempre fue así, ya que el Bar lo abrieron los padres de Teresa, Guisandera de Asturias, actual propietaria, y allí creció, ayudando a sus padres, conociendo a los clientes y aprendiendo el oficio. Cuando sus padres estaban al frente, el establecimiento funcionaba más como bar al uso, sirviendo menús del día.
Teresa y su marido Eugenio vivieron fuera de Asturias durante varios años. Estando viviendo en Barcelona, ambos tenían ya muchas ganas de volver a casa. Sus padres se habían jubilado, cerrado el bar y sentían que era la hora de volver.
Teresa sintió que una parte de ella permanecía en aquel lugar y fue lo que hicieron. Regresaron a Oviedo y junto a su marido, decidieron reabrir el Bar en 2012, con la idea de hacerlo más restaurante que bar. Lo reformaron, dándole el toque tan especial que tiene, cambiando poco a poco el modelo de negocio, a medida que las demandas de comedor iban aumentando. La sala de trabajo que tenía su madre la acondicionaron como comedor, cuando el negocio se fue quedando pequeño.
Hoy son un referente gastronómico, siguen ofreciendo unos callos tan buenos como los que hacía su madre, de hecho, son muchos los que los consideran “los mejores del mundo”. Pero lo mismo pasa con su fabada asturiana, el rabo de toro, la carne guisada, los escalopines al cabrales, el pulpo o el arroz con leche.
El Bar Camacho es un negocio pequeño, si quieres asegurar la mesa tendrás que reservar previamente.
