La Conferencia Española de Consejos Reguladores Vitivinícolas (CECRV), la asociación que representa a las denominaciones de origen de vino españolas reunió a representantes de indicaciones geográficas, bodegas y entidades europeas y latinoamericanas en la mesa redonda “Indicaciones geográficas de vinos: cruce de miradas entre Europa y América Latina”, organizada por CECRV en el marco del Congreso Mundial de la OIV, el 7. El propósito de esta mesa de diálogo, conocer las diferentes ópticas con las que se perciben las figuras de calidad vitivinícolas y su potencial en países como Argentina, Chile, Brasil o México.
La mesa redonda, que llevaba por título “Indicaciones geográficas de vinos: cruce de miradas entre Europa y América Latina”, contó con un panel formado por profesionales del sector del vino y de las indicaciones geográficas de amplia y reconocida trayectoria en diferentes ámbitos sectoriales:
Fueron tres los bloques abordados. El primero de ellos se centró en la concepción que de las indicaciones geográficas se tiene en países latinoamericanos. Entre las diferentes consideraciones puestas en común por los ponentes, cabe destacar que el número de indicaciones geográficas está creciendo significativamente en países como Chile, Brasil o México, que cada vez tienen mayor notoriedad, algo que revela el hecho de que haya más normativa de protección y control de las mismas, y que los productores están mucho más convencidos del valor que aporta el concepto de indicación geográfica a su producto. También se ha destacado como, de la mano de las figuras de calidad, surge y se desarrolla el enoturismo.
En segundo lugar, en relación a los aceleradores y los frenos que condicionan, para bien y para mal, el desarrollo de las indicaciones geográficas en Latinoamérica en comparación con el que gozan en la Unión Europea, se dejó constancia de que, entre los aspectos que favorecen su desarrollo, está el creciente interés de los consumidores por el origen y la autenticidad de los productos que adquieren o la propia globalización, que ha evidenciado que, en un contexto de competencia global, las IIGG aportan una ventaja competitiva y ayudan a los productores a vender más y mejor. Respecto a las barreras, los ponentes consideraron que el cumplimiento de las normas, la organización de los productores para configurar agrupaciones y la creación de normas que garanticen los controles sobre el producto y sobre los operadores serían algunos de los frenos que más dificultades plantean para el desarrollo de las IIGG. De cualquier modo, todos han destacado que los beneficios que reporta la creación de una indicación geográfica compensan con mucho esas dificultades.
La mesa redonda se cerró con algunas apreciaciones sobre el posible recorrido futuro de las indicaciones geográficas en los principales países vitivinícolas de Centroamérica y de América del Sur. Así, se puso de manifiesto que el concepto de indicación geográfica tiene un futuro prometedor. Destacaron además que la estrategia seguida por la Unión Europea con la firma de acuerdos comerciales y/o de reconocimiento mutuo en los que la protección de las IIGG es una línea roja ha permitido que las indicaciones geográficas crezcan a nivel internacional, incluyendo algunos de los principales mercados latinoamericanos. Con todo, los panelistas manifestaron que, para evitar que este desarrollo no se trunque es esencial que cada país adopte normativas de protección del origen acordes a sus particularidades.
A lo largo de todo el debate quedó muy clara la importancia de fortalecer el origen y de protegerlo en el sector del vino, tanto en países europeos, como latinoamericanos, destacando los beneficios que ello conlleva para la vertebración y la diferenciación de productos y productores y para los territorios de ambos lados del Atlántico.